La crisis climática exige apresurar la sustitución de los combustibles fósiles por energías renovables como la eólica, la solar, la geotérmica y la hidráulica. Todo este proceso requiere que se construyan más infraestructuras como parques eólicos y solares, se aumente la producción de vehículos eléctricos y se elaboren miles de millones de baterías. Y el componente clave para alcanzar esta meta es el cobre.
Especialistas señalan que para satisfacer la demanda mundial de energía limpia en los próximos años será necesario producir una cantidad significativa de cobre adicional que para 2035 rondará las 10 millones de toneladas métricas. Graeme Train, jefe de análisis de metales de la multinacional suiza Trafigura, precisa que un tercio de esa nueva demanda provendrá del sector de vehículos eléctricos y otra parte significativa de la generación, transmisión y distribución de electricidad, así como de la automatización, inversión en manufactura y sistemas de enfriamiento en centros de datos, especialmente relevantes debido al crecimiento en el uso de inteligencia artificial.
Existe una tendencia creciente a que el cobre sea de tipo verde, producido con altos estándares medioambientales, lo cual incluye muy bajas o cero emisiones, además del respeto a las comunidades locales. Aunque hay expertos que aseguran que el solo hecho de ser la materia prima esencial para desarrollar las tecnologías ecológicas ya es un aporte significativo para revertir el cambio climático. Explican que estas energías verdes representan potencialmente 66% de la reducción global de las emisiones de gases de efecto invernadero para el 2050. Mientras que la huella que deja la producción de cobre solo alcanza 0,2% de esas emisiones.
El banco de inversión estadounidense Goldman Sachs elevó su previsión para el precio del cobre a fin de año a 12.000 dólares por tonelada, desde su pronóstico anterior de 10.000 dólares, según una nota publicada la última semana. Goldman además subió su previsión del precio promedio anual para el metal, que se usa en construcción, infraestructura eléctrica y automóviles, a 9.800 dólares por tonelada, o 600 dólares más que la anterior. Además cree que el valor en 2025 promediará 15.000 dólares por tonelada, o más de un 50% sobre su cotización en Londres del viernes de 9.899 dólares por tonelada.
Por su parte, la consultora KPMG prevé una inminente crisis en el suministro del cobre para 2030, con un déficit anual de 5 millones de toneladas. La incursión en las energías renovables agrava la situación. El auge los vehículos eléctricos y las baterías han incrementado la demanda del cobre en los últimos dos años. Goldman Sachs calcula que para 2030 aumentará 600% debido a la adopción de tecnologías verdes.
Esta combinación de demanda creciente y oferta restringida refuerza los presagios de grandes déficits más allá de 2023. En consecuencia, va a ser difícil que el precio baje de los 8.000 dólares incluso si la producción en América Latina vuelve a la normalidad. La Asociación Internacional del Cobre destacó que la demanda de cobre refinado, impulsada por los esfuerzos globales de descarbonización, casi se triplicará para 2050 en comparación con los niveles de producción de 2020. Se prevé que aumente de los 20 millones de toneladas producidas en 2020 a unos 57 millones de toneladas.