En estos días he tenido la oportunidad de conocer varias experiencias de avances tecnológicos que no han logrado ser incorporados en la minería chilena, a pesar de que incluso algunos son utilizados por las multinacionales en otros países, con resultados muy positivos. Pero, sorprendentemente, sus ejecutivos y profesionales no se “atreven” a usarlos en Chile.
¿Qué factores provocan tal actitud que impide aumentar la productividad, frena el avance tecnológico y desincentiva a proveedores con capacidades de innovar en la minería chilena?
Ciertos elementos estructurales lo explican: el alto costo de falla, que obliga a preferir las soluciones probadas a la experimentación; el modo de producción continuo esto es, 24×7, que hace imposible detener un proceso para probar nuevas tecnologías, y los estándares de seguridad, que implican que nada justifica que se asuman riesgos no controlados.
Los proveedores frustrados por no convencer a sus clientes mineros sobre las cualidades de sus innovaciones, elegantemente dicen que “los mineros son conservadores, la industria minera es conservadora”.
¿De dónde nace este comportamiento que termina instalándose como una cultura, esto es, como un modelo de suposiciones básicas compartidas que ha funcionado tan bien para ser enseñado a cada nueva generación de mineros, como “la manera de hacer las cosas”?
Principales obstáculos
Con el profesor Mauro Valdés hemos definido algunos rasgos de esa cultura que son los principales obstáculos a un ambiente de innovación y productividad en minería. Ellos son:
• El jefe siempre tiene la razón. Las mineras en su operación diaria, se comportan jerárquicamente. Nadie “le pisa la pelota” al jefe. Los nuevos profesionales con iniciativa rápidamente terminan alineados o… fuera de la minería.
• A defender la pega, con “tutti”. Más aún en tiempos de crisis como los actuales, evitando riesgos, contratando lo conocido y buscando protección en las credenciales de proveedores, contratistas y asesores.
• La desconfianza en las capacidades locales. Una manera de ser muy arraigada en nuestro país es creer en que en Chile no se pueden desarrollar soluciones tecnológicas innovadoras, eficaces y competitivas. No solo se compite entonces con productos y servicios de otros países, sino también contra el prejuicio.
• Nadie sabe más de minería que nosotros. Durante mucho tiempo quienes trabajaban en empresas mineras creían que lo sabían todo y que nadie podía enseñarles algo, lo que condujo a un estilo autorreferente y donde los externos eran tratados despectivamente.
Lo bueno es que ese estilo ha ido en retroceso. El informe de la Comisión de Productividad, al mostrar que la minería chilena tiene un retraso frente a prácticas foráneas, debiera provocar un llamado de atención que no se puede ignorar.
• El “peso de la noche”. Así llamaba Portales a la tradición. Este último factor tiene que ver con la historia, en especial en Codelco. Las cosas se han hecho así siempre y no hay razones para innovar. Romper con el statu quo es la más dura de las batallas y una muralla en la que se han estrellado los más experimentados promotores de los cambios.
Les dejo una pregunta para comentar, ¿Seguiremos solo exportando cobre, sin acompañarlo con tecnología, productos y servicios para la minería mundial?
FUENTE: CLASE EJECUTIVA EMOL
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